La mayoría de los fumadores comenzaron a hacerlo en la pubertad o adolescencia, por recibir aceptación social o imitando a otras personas. A partir del momento en comenzaron a fumar empieza el deterioro de los pulmones, y especialmente la de sus más pequeñas estructuras: los alvéolos pulmonares.

Aunque el fumador deje de fumar, el daño provocado continuará progresando de modo más lento y progresivo –salvo que haya dejado de fumar tempranamente- con el riesgo de desarrollar afecciones como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Veamos cómo afectan las toxinas presentes en el humo del cigarrillo a los alvéolos pulmonares.

¿Qué son los alvéolos pulmonares?

Los alvéolos pulmonares son unas pequeñas estructuras con una forma que asemeja una bolsa de aire, los cuales están ubicados en el extremo de las ramificaciones de los bronquiolos (ramificaciones de los bronquios). Los pulmones de un adulto tienen más de 500 millones de alvéolos pulmonares.

Cada alvéolo tiene un diámetro aproximado de 200 a 500 micrones o micrómetros, lo que equivale casi al diámetro de tres cabellos humanos. Las células de los alvéolos pulmonares contienen colágeno y elastina. El colágeno brinda firmeza al tejido de las paredes de los alvéolos pulmonares, y la elastina le brinda elasticidad la cual le permite a los alvéolos pulmonares expandirse al entrar el aire y volver a su tamaño al salir el aire. 

Función de los alvéolos pulmonares

La función de los alvéolos pulmonares es realizar el proceso de hematosis o intercambio gaseoso. La mayor parte de la superficie exterior de los alvéolos pulmonares está cubierta de pequeños capilares. Estos capilares y las paredes de los alvéolos pulmonares comparten una muy fina membrana a través de la cual se produce la hematosis o intercambio gaseoso.

Cuando inhalamos aire, este viaja a través de los bronquios hasta los alvéolos pulmonares donde se produce el intercambio gaseoso o hematosis, el oxígeno (O2) pasa a través de las paredes de los alvéolos pulmonares hacia la sangre para ser llevado a los distintos órganos y tejidos del cuerpo y el dióxido de carbono (CO2) presente en la sangre pasa a través de estas paredes, para luego ser expulsado al exterior en la fase de espiración durante la respiración.

La superficie total disponible para este proceso de hematosis o intercambio gaseoso determina qué tan bien puede respirar una persona. Una persona sana y no fumadora tiene una enorme superficie disponible para realizar la hematosis o intercambio gaseoso.

fumar cigarillos y los alveolos pulmonares

Fumar cigarrillos y los alvéolos pulmonares

Con el paso del tiempo, las toxinas presentes en el humo del cigarrillo van destruyendo las delgadas paredes de los alvéolos pulmonares que los separan unos de otros, provocando que estos se vuelvan más grandes y menos eficientes. Además los alvéolos pulmonares pierden su elasticidad, dificultando el ingreso de oxígeno al torrente sanguíneo y la expulsión del dióxido de carbono.

Tanto el oxígeno como el dióxido de carbono pueden quedar parcialmente atrapados en los pulmones. En un fumador, esto indica que presenta el comienzo de un enfisema pulmonar, afección que puede llevar a la aparición de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) con lo que se ve afectada la calidad de vida de la persona.

El daño que provoca el enfisema pulmonar una vez que se produce, no se puede revertir. Si el fumador deja de fumar tempranamente el daño se detiene, pero si continúa fumando llegará el momento en que aunque deje de fumar el daño continuará avanzando irremediablemente.

Si presenta dificultad respiratoria y/o tos crónica debe acudir al médico que ordenará la realización de varias pruebas de laboratorio, y estudios radiológicos para determinar cuál es la afección que presenta. Como mencionamos antes el daño sufrido por los alvéolos pulmonares es irreversible, y el médico una vez hecho el diagnóstico indicará el tratamiento para mejorar la calidad de vida del paciente.

Una buena razón para dejar de fumar

La lección que deja lo que vemos visto aquí es que se debe dejar de fumar lo más pronto posible. Cada cigarrillo que fuma produce diversos daños en el cuerpo. El humo del cigarrillo está plagado de toxinas que pueden producir cáncer de pulmón y otras afecciones en los pulmones (por ejemplo bronquitis crónica, enfisema pulmonar enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) entre otras), así como en otras partes del cuerpo.

Algunos estudios revelan que algunos de los aditivos que contienen los cigarrillos son radiactivos, y hay evidencia de que estos aditivos dejan depósitos radiactivos en los pulmones del fumador. Los científicos creen que estos depósitos radiactivos son un factor que aumenta el riesgo de padecer cáncer de pulmón.

Una vez que las toxinas presentes en el humo del cigarrillo son inhaladas, ingresan al torrente sanguíneo a través de los alvéolos pulmonares desde donde llegan al resto del cuerpo, de allí por qué el hábito de fumar está asociado con numerosas enfermedades.

No existe una razón valedera para fumar. Los fumadores creen que disfrutan este hábito, pero en realidad esto es simple y llanamente una adicción, una peligrosa y nociva adicción para la salud.


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