Si no ha logrado dejar de fumar, no siga atormentándose. Con esto no se puede minimizar el hecho de que dejar de fumar es un proceso que puede resultar complejo. Los cigarrillos contienen nicotina, que es una sustancia altamente adictiva, y que llega rápidamente al cerebro cada vez que se inhala el humo del cigarrillo.
La nicotina crea una sensación momentánea de placer, y eleva el ritmo cardíaco. Estos efectos son los que buscan los fumadores para aliviar el estrés, o para relajarse. La nicotina actúa sobre el centro de recompensa del cerebro. Se adhiere a las neuronas de esta zona del cerebro e intensifica la estimulación y el placer.
Esto aumenta las propiedades placenteras de la nicotina, e incrementa la posibilidad de adicción a la nicotina. El problema aquí es que este efecto es temporal, pues tan pronto como el cuerpo se libera de esta sustancia comienza a pedir más. Y como su duración en el cuerpo es corta, debe consumir más nicotina para mantener la sensación de placer, y con ello evita los síntomas de la abstinencia de nicotina.
Con el transcurso del tiempo, mientras el cuerpo se va adaptando a la nicotina, cada vez responde menos a la abstinencia de nicotina. Esto lleva al incremento de la frecuencia con la que fuma, para lograr la sensación placer deseada, ya aquí en este punto cae en una terrible adicción. El fumador con esta adicción depende tanto química como psicológicamente de la nicotina.